Esta era la invitación que el oráculo de Delfos hacia a los peregrinos antes de acceder al interior del templo. Era una inscripción que los visitantes encontraban en la pronaos del santuario. Es decir, un espacio situado delante de la sala más importante del templo, la naos.
Apolo, dios perteneciente al panteón helénico, según la mitología era hijo, -junto a su gemela Artemisa-, del dios Zeus y Leto. Fue la deidad de las profecías, de la música y el arte, de la medicina y del cuidado de los rebaños. Entre los atributos que le representan están: el arco, la flecha y la cítara. Una corona de laurel adornaba su cabeza y se le atribuye el trípode, símbolo de profecías.
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| Figura 1. Restos arqueológicos del templo de Delfos. www.google.es/maps [21 de marzo de 2020] |
En antigua región de Delfos se erigió un templo dedicado a dicho dios, el santuario era considerado como el centro del mundo u onfalo, "ombligo". Situado a 700 m. sobre el nivel del mar, en un saliente del Monte Parnaso, -fue según la mitología dónde Apolo mató a la gigantesca serpiente, Pyto (Pitón) para apoderarse de su sabiduría. Una vez muerta, el dios guardó sus cenizas en un cofre y lo enterró debajo del santuario-, mirando hacia el Valle de Pleistos. Los suplicantes realizaban largas travesías tanto por mar, desde el que accedían a la ciudad de Delfos a través del antiguo puerto de Kirra, a unos quince kilómetros del templo, como por territorios agrestes, en busca de una respuesta de la pitonisa para conocer su porvenir.
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Figura 2. La sacerdotisa de Delphi.
John Collier (1891).
Art Gallery of South Australia
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El canal de conexión entre Apolo y los mortales lo representaban mujeres. A las interpretes de las respuestas del Oráculo se les conocía con el nombre de pitias o pitonisas, nombre relacionado con la serpiente, victima del inmortal. Según Plutarco (escritor griego del siglo I d.C.), las muchachas debían proceder de Delfos y pertenecer a las "familias más sensatas y responsables que podían encontrar en la ciudad", hecho que no significaba que tuvieran que formar parte de familias nobles. Estas doncellas servirían a Apolo durante toda sus vidas y debían someterse a un régimen austero y casto, en principio, nunca abandonaban el santuario. Diodoro de Sicilia (historiador del siglo I a.C.) nos relata que las chicas debían ser jóvenes y vírgenes, pero esta condición cambió después de un trágico suceso: una de las pitonisas fue raptada y violada; a partir de ese momento, se decretó que en el futuro las adivinas fueran mayores de cincuenta años, no obstante y a pesar de su madurez, ellas debían seguir ataviándose con el vestido de las doncellas, en memoria de la profetisa virgen original. Si dichas féminas tenían familia, debían abandonar a sus esposos y a su prole para ejercer su función.
El acto oracular solo se realizaba un día al mes y durante nueve meses al año, precedido de un acto de purificación en el manantial de Castalia, situado cerca del templo. Tanto la pitonisa como los suplicantes (siempre hombres), accedían al sanctus del templo, dónde entregaban las pregunta, -de forma escrita-, al sacerdote y este a la pitonisa. Ella, sola accedía al adyton, -pequeña cámara cerrada de techo bajo-, dónde se concentraban vapores procedentes de grietas en el suelo. En este lugar, la sibila, -sentada en el trípode-, mascaba hojas de laurel, tomaba agua que brotaba del suelo y respiraban los gases, antes mencionados, entrando en trance. Durante este proceso, murmuraban sus respuestas incomprensibles.
Fuentes:
- Acquatella, H (2006) La predicción del futuro: desde el oráculo de Delfos hasta la medicina actual. Contribuciones Históricas, vol.: 114(2), 150-156.
- Scott, M (2015) Delfos: historia del centro del mundo antiguo. Barcelona: Ariel. 31-57


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